viernes, 14 de diciembre de 2007

MAMÁ, DONDE ESTÁN LOS JUGUETES

Yo creo que desde hace mucho tiempo debíamos haber cambiado el dicho de que “tiene más malicia un gato de porcelana” por el de “tiene más malicia un papá escondiendo un traído”. Y es que el que no se haya pillado al papá en calzoncillos poniendo el regalo en la habitación o el árbol, o el que no se le haya pillado el escondedero de la mamá déjeme decirle que quemó la olla.
Los papás tienen un pequeño problema: creen al niño más bobo de lo que es y los niños tienen una ventaja: son más vivos de lo que uno cree, lo cual forma una mezcla explosiva al momento de los traídos, pues en ese momento no falta el papá imprudente que cree que los niños se duermen al minuto de haber puesto la cabeza en la almohada o la mamá medio prendida que en medio de la penumbra de la habitación se para en la patineta, en el patico que pita o en el robot que el muchachito dejó tirado y ahí mismo uno dice: “Sonría, está en cámara escondida”.
Lo otro que los papás no saben es que los niños son más esculcones que sirvienta recién entrada (de esas que en algún momento uno piensa en voz alta: “ve, dónde estará el papelito de la chocolatina que me dio Maria hace dos años” y ella con dos días de entrada brinca y se lo saca de un cajón del bifé, pero esa es otra historia). Para ellos no hay lugar vedado. Si son bajitos, los papás creen que en la parte alta del closet no encontrarán los regalos pero “ñao”, allí es donde primero buscan.
Otros apelan a los garajes, los cuartos útiles, las maletas viejas y cuando están muy pillaos, lo guardan en la casa del vecino, pero lo que no saben es que el hijo del vecino también es muy esculcón o puede pasar lo que pasó en casa de mi hermana, que mi sobrina se encontró una bicicleta nueva en plena sala y en el más belloy embalador acto de generosidad se la regaló a la primera niña pobre que pasó (ella no la había pedido y como había llegado a las 12, pero del día, lo único que pensó fue: “eh, pa mí que el Niño Dios se equivocó”. Ni para qué les cuento la embalada de mi cuñado un 24 de diciembre buscando una bicicleta de niña para reponer la del vecino.
Finalmente, existen en la casa unos lugares dizque privados, unos cajones con llave, neceseres, nocheros o escritorios. Estos lugares son, según los papás, lo más seguro de la casa, sin embargo, basta con que ellos salgan para que sean “atracados” por los chiquitos y a veces las mismas muchachas del servicio. Mejor dicho, es más visitado que una página de Paris Hilton enrumbada, a la lata y ella sí, sin calzones.
Así que estimado papá o amigos de papás, ahí les dejo estas pequeñas claves para que no se tiren el regalito, pues muchas veces se matan en creatividad buscando algo súper lindo y la embarran con el factor sorpresa. Guerra avisada no mata soldado. Ya saben, suscríbase a la campaña “porque ya tengo el regalo que voy a dar, del muchachito no me dejo pillar”.

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